Por René Quenallata Paredes
LA PAZ, 16 oct (Xinhua) — Luego de más de dos décadas de dejar el poder y tras varios intentos fallidos de regresar a la Presidencia de Bolivia, el candidato Jorge “Tuto” Quiroga, postulante de la Alianza Libre, se encuentra más cerca que nunca de cumplir su viejo anhelo: girar a la derecha la política boliviana.
A los 65 años de edad, “Tuto” Quiroga, quien fue mandatario de Bolivia entre 2001 y 2002, se presenta de nuevo como candidato presidencial, luego de llevarse a cabo la primera vuelta el 17 de agosto pasado, jornada en la que tuvo mayor cantidad de votos Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), con quien ahora contenderá en segunda vuelta.
“Tuto” Quiroga mantiene un discurso político liberal de tipo ortodoxo, en un contexto económico adverso que parece haber abierto una grieta en el modelo oficialista que ha imperado en el país durante casi 20 años.
El próximo domingo 19 de octubre, Bolivia llevará a cabo el primer balotaje de su historia reciente, en una jornada en la que “Tuto” se enfrentará a Paz Pereira, liberal moderada y quien dio la sorpresa en la primera vuelta de agosto pasado.
Pase lo que pase, el país se encamina a un cambio de rumbo, tras casi 20 años de preeminencia del oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS) y una economía de tipo estatista, contexto de crisis en que los dos candidatos presidenciales encarnan una pugna por redefinir el modelo económico boliviano.
Nacido en el departamento central de Cochabamba en 1960 y radicado la mayor parte de su vida en la ciudad occidental de La Paz, “Tuto” Quiroga es ingeniero industrial formado en la Universidad de Texas A&M y cuenta con una maestría en Estados Unidos.
El aspirante presidencial pertenece a la generación tecnócrata que impulsó reformas de libre mercado en los años 90 del siglo XX.
A los 30 años de edad fue ministro de Hacienda de Bolivia y en 1997 se convirtió en vicepresidente durante la Presidencia de Hugo Banzer Suárez (1971-1978 y 1997-2001).
Posteriormente, cuando Banzer Suárez enfermó, el vicepresidente asumió la Presidencia de Bolivia y se convirtió en el mandatario más joven con apenas 41 años de edad.
Durante su breve gestión como presidente de Bolivia entre 2001 y 2002 mantuvo un rumbo neoliberal con la apertura al capital extranjero, disciplina fiscal y privatizaciones, y al dejar su mandato alternó la política con asesorías internacionales y foros multilaterales.
Pero “Tuto” Quiroga nunca abandonó su ambición política de regresar al Palacio Quemado, sede del Ejecutivo en la ciudad de La Paz, así que lo intentó sin éxito en 2005, 2014 y 2020, pero cada derrota reforzó su imagen de opositor persistente frente al oficialista MAS, así como figura emblemática de la derecha boliviana.
La coalición actual del aspirante presidencial, Alianza Libre, reúne a sectores empresariales, antiguos cuadros de la derecha tradicional y tecnócratas formados en el exterior con un Plan de Gobierno definido como “radicalmente liberal”.
El Plan de Gobierno propone privatizar empresas estatales, reducir ministerios, eliminar subsidios y negociar un préstamo de 12.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para estabilizar las reservas del país sudamericano.
Promete, además, reformar el sistema cambiario, bajar impuestos y reorientar la política comercial hacia acuerdos bilaterales fuera del Mercado Común del Sur (Mercosur), mecanismo regional que integra a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, además de Bolivia.
En sus intervenciones, “Tuto” Quiroga insiste en que el país necesita “sacudirse” el estatismo y “abrazar” la modernidad económica, al combinar en su discurso una retórica tecnócrata con apelaciones al orden, la seguridad y la disciplina fiscal.
Aunque “Tuto” Quiroga encarna una visión liberal, su estrategia política rumbo a la segunda vuelta electoral del próximo domingo 19 de octubre ha sido la moderación.
La elección presidencial del próximo domingo en Bolivia simboliza un cambio entre dos modelos de Gobierno, uno de ellos el oficialista representado por el MAS, basado en el control estatal y la redistribución del ingreso con bonos sociales, subvención de hidrocarburos y apoyo en alimentos.